EL
MIRADOR DE LA ODALISCA
I
Lugar donde sucede la leyenda
La Alcazaba de Almería
rodeaba con murallas
un palacio musulmán
de maravillosas salas
con mármol de Macael
bajo cúpulas doradas.
En las puertas, grandes arcos
y hornacinas perfumadas;
en paredes,
azulejos
de cerámica vidriada.
Bellos estucos de yeso
decoraban las ventanas
y valiosas celosías
ocultaban las miradas,
entrelazando secretos,
en las zonas más privadas…
Ante la faz del palacio
jardines de verdes plantas,
floridas rosas, jazmines,
arrayanes, albahacas…
Una lujosa
mezquita
al palacio se acercaba
y descendían laderas
recintos para la guardia,
almacenes de alimentos
y aljibes para las aguas.
Allí habitaba un sultán,
Al Mutasim se llamaba,
que
rendía vasallaje
al gran reino de Granada.
Era el palacio muy bello
y su joya más preciada,
una esclava
del harén,
nombrada como Galiana.
II
Encuentro de un caballero cristiano con Galiana
Cierto día, musulmanes
capturan en
emboscada
a valientes caballeros.
Despojados de las armas,
como rehenes cautivos,
los llevan a la Alcazaba.
Ascienden desde la puerta
hasta la alta explanada
y un caballero cristiano
ve paseando a Galiana
entre los verdes jardines
y las más dulces fragancias.
En pequeños surtidores
brotaban alegres aguas
y las
aves detenían
los trinos cuando pasaba.
Vestía
con seda fina
y la túnica
bordada
se ceñía a la cintura
con cinturón de oro y plata.
Desde el mar, la suave brisa,
mueve el
velo y se destapa
la
hermosura que cubría,
quedando a la luz, la cara.
Sólo un instante, tan sólo,
entrecruzan las miradas
y el cristiano se enamora
sin saber de quién se trata.
III
Lamentos en la mazmorra
Encerrado en la mazmorra
así el caballero canta:
_¡Ay de mí, me siento triste
sin poder ver a mi amada!
Se hallaba entre los jardines
y cortaba rosas blancas.
Sus ojos, negros profundos,
se clavaban como espadas.
Y el lamento del cristiano
penetra por las ventanas.
_¡Ay de mí, no sé su nombre
ni he oído sus palabras,
pero nunca
vi belleza,
entre jóvenes cristianas,
semejante al esplendor
que luciera en la mirada!.
Y el lamento del cristiano
recorre todas las salas.
_¡Ay de mí, estoy sufriendo!
¡Qué dolor conmueve mi alma!
No me importan cautiverio
ni la muerte que me aguarda.
Antes de morir quisiera,
ver los ojos de mi amada.
Y el lamento del cristiano
vuela sobre la Alcazaba.
IV
Desenlace
Los lamentos del cautivo
han llegado hasta Galiana
que decide liberarle
y
ayudarle en la escapada.
Corren hasta un mirador
rodeado de ventanas.
Cuando empieza a descender
por las sedas anudadas,
los vigías de una torre
gritan
señales de alarma
y suben por la escalera
soldados portando armas.
Para no ser capturado,
desde lo alto se lanza
y se encuentra con la muerte
en la montaña enrocada.
Junto a la ventana llora,
la joven muy apenada.
Encogido el corazón
lloran y lloran sus lágrimas,
entre instantes de las horas,
recordando la mirada
y las canciones de amor,
con las más bellas palabras
del caballero cristiano
al que cantar escuchara.
Y muere junto al alféizar
que su amor, le arrebatara
presa de melancolía,
entre rejas de nostalgia,
y con el dolor más fiero
en el corazón
del alma.
Ana Egea.
Viaje por leyendas de Al-Ándalus. Editorial Círculo Rojo.
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