jueves, 16 de noviembre de 2017

EL   MIRADOR   DE   LA ODALISCA
 
I

Lugar donde sucede la leyenda


La Alcazaba de Almería
rodeaba con murallas
un palacio musulmán
de maravillosas salas
con mármol de Macael
bajo cúpulas doradas.
En las puertas, grandes arcos
y hornacinas perfumadas;
en  paredes, azulejos
de cerámica vidriada.
Bellos estucos de yeso
decoraban las ventanas
y valiosas celosías
ocultaban las miradas,
entrelazando secretos,
en las zonas más privadas…
Ante la faz del palacio
jardines de verdes plantas,
floridas rosas, jazmines,
arrayanes, albahacas…
Una lujosa  mezquita
al palacio se acercaba
y descendían laderas
recintos para la guardia,
almacenes de alimentos
y aljibes para las aguas.
Allí habitaba un sultán,
Al Mutasim se llamaba,
que  rendía vasallaje
al gran reino de Granada.
Era el palacio muy bello
y su joya más preciada,
una esclava  del harén,
nombrada como Galiana.

II

Encuentro de un  caballero cristiano con Galiana


Cierto día, musulmanes
capturan en  emboscada
a valientes caballeros.
Despojados de las armas,
como rehenes cautivos,
los llevan a la Alcazaba.
Ascienden desde la puerta
hasta  la alta explanada
y un caballero cristiano
ve paseando a Galiana
entre los verdes jardines
y las más dulces fragancias.
En pequeños surtidores
brotaban alegres  aguas
y  las aves detenían
los trinos cuando pasaba.
Vestía  con seda fina
y la túnica  bordada
se ceñía a la cintura
con cinturón de oro y plata.
Desde el mar, la suave brisa,
mueve el  velo y se destapa
la  hermosura que cubría,
quedando a la luz, la cara.
Sólo un instante, tan sólo,
entrecruzan las miradas
y el cristiano se enamora
sin saber de quién se trata.

III

Lamentos en la mazmorra


Encerrado en la mazmorra
así el caballero canta:
_¡Ay de mí, me siento triste
sin poder ver a mi amada!
Se hallaba entre los jardines
y cortaba rosas blancas.
Sus ojos, negros profundos,
se clavaban como espadas.
Y el lamento del cristiano
penetra por las ventanas.
_¡Ay de mí, no sé su nombre
ni he oído sus palabras,
pero nunca vi  belleza,
entre jóvenes cristianas,
semejante al esplendor
que luciera en la mirada!.
Y el lamento del cristiano
recorre todas las salas.
_¡Ay de mí, estoy sufriendo!
¡Qué dolor conmueve mi alma!
No me importan cautiverio
ni la muerte que me aguarda.
Antes de morir quisiera,
ver los ojos de mi amada.
Y el lamento del cristiano
vuela sobre la Alcazaba.
  
IV

Desenlace


Los lamentos del cautivo
han llegado hasta Galiana
que decide liberarle
 y ayudarle en la escapada.
Corren hasta un mirador
rodeado de ventanas.
Cuando empieza  a descender
por las sedas anudadas,
los vigías de una torre
gritan  señales de alarma
y suben por la  escalera
soldados portando armas.
Para no ser capturado,
desde lo alto se lanza
y se encuentra con la muerte
en la montaña enrocada.
Junto a la ventana llora,
la joven muy apenada.
Encogido el corazón
lloran y lloran sus lágrimas,
entre instantes de las horas,
recordando la mirada
y las canciones de amor,
con las más bellas palabras
del caballero cristiano
al que cantar escuchara.
Y muere junto al alféizar
que su amor, le arrebatara
presa de melancolía,
entre rejas de nostalgia,
y con el dolor más fiero
en el corazón  del alma.

Ana Egea. 
Viaje por  leyendas de Al-Ándalus. Editorial Círculo Rojo.

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